Salamanca


"En Salamanca, la última primavera, la encontré por la calle, tan risueña como siempre. Yo le dije que bueno que pasaba por aquí, que venía a ver a Amaral, en Salamanca...".

Pumuky anda de viaje, qué raro, pero me ha escrito una pequeña carta contándome lo que le ocurrió en Salamanca, para que yo lo publique. Al leerla, uno se da cuenta que el Pumu será de madera, pero tiene corazón; será de madera, pero tiene alma, tiene ganas de vivir y de gozar...  y de viajar; quizás en el fondo el Pumu sea un reflejo de nuestro alma, ese niño pequeño que todos llevamos dentro, al que nos queremos abandonar para conocer mundo.
En fin, que me cuenta nuestra pequeña Marioneta que en Salamanca se dejó llevar y disfrutó de la vida; disfrutó de la gente que lo acompañaba, de aquel concierto, de los encuentros inesperados, de sus cada vez más numerosos fans... Y el viaje le sirvió para decidir su nuevo destino, en duda entre Bolivia y los Estados Unidos.
Salamanca es una ciudad universitaria -dicen que su Universidad es la más antigua del país y que merece la pena verla-, con lo que eso conlleva: buen ambiente, fiesta, cultura, bares, gente abierta... Se trata de esas ciudades que hay que visitar durante el curso, porque siempre vas a encontrar algo que hacer, o siempre te va sorprender un bar curioso.
Culturalmente hablando, en Salamanca es una de las joyas arquitectónicas de España por la gran densidad de monumentos que se encuentran en ella. Conventos, iglesias y edificios civiles se entremezclwan haciendo que, a cada paso, incluso con pasos tan pequeños como los de Puimuky, el viajero descubra algún rincón encantador. Los monumentos más conocidos son la Universidad, las Catedrales (nueva vieja) y la Plaza Mayor.
Al Pumu le encantó perderse de día y de noche por esta plaza, que no se cansa de visitar. También a destacar la preciosa Casa de las Conchas, cruce de estilos y casi otro símbolo de la ciudad, hoy convertida en biblioteca pública.

Pero en Salamanca hay que salir a la calle, disfrutar la ciudad, sus tascas y pubs. Yo no os voy a decir dónde comer barato en Salamanca, porque bares hay muchos, y Pumu tampoco me ha recomendado nada. Yo recuerdo de alguna visita previa algo llamado El Patio, pero poco más. Como ciudad universitaria, hay muchos bares abiertos todos los días. Lo mejor es preguntar a los estudiantes cuál es el local del momento, porque van cambiando mucho.
En verano, destaca sobre todo la vida de las terrazas, ya sea en la plaza Mayor o en el paseo de Carmelitas. Los propios salamantinos te recomiendan el Bar Llamas o el Café Novelty, pero hay millones.

Y otra cosa más, Salamanca tiene Misterios, que Pumuky desentrañó hábilmente. Está en el barrio universitario esa rana sobre la calavera, que es símbolo de buena suerte y del que Pumu se llevó un recuerdo. Pero a nuestra marioneta sobre todo le sorprendió encontrarse con un astronauta tallado en la catedral nueva. En realidad se trata de un añadido que se hizo en 1993 con motivos de la exposición de Las Edades del Hombre, pero no lo digáis mucho por ahí, no matemos el misterio. 

Definitivamente, aquel encuentro con el astronauta de piedra terminó por decidir a Pumuky. En su carta me dice que "no sé si es mi prolífica imaginación, o son las cosas del destino. Lo cierto es que creí entender un mensaje de aquel extraño hermano del dios Sueño: tenía que ahondar en mi sensación. Tenía que ir a los Estados Unidos".
Ya traerá esa historia el Pumu por aquí, pero antes quizás haya espacio para otras. Ahora está por Suiza y creo que se ha comprometido, antes e nada, a narrarnos esta historia. Espero que ya lo haga él, y no me tenga otra vez de mensajero.



Y Pumu, para variar, se puso las botas a comer en Salamanca. Hay de todo para elegir, incluso un bar especializado en morcillas. Aquí vemos a nuestra marioneta disfrutando de un buen cochifrito.

Por cierto, que me ha mandado un whatsapp nuestra marioneta favorita y me ha dicho que no se me olvide dar las gracias en la entrada a la tiita Mária, a Marta 'Cariño' Sánchez y a la joven Cris. Y un homenaje también para el Loco y Luis Alberto de Cuenca, por un feliz encuentro que ha inspirado la entrada.