A la playa de Levante III: Calpe

No sé, a ver cómo lo digo sin que parezca que tenga nada contra Calpe. Será que a mi dorada tez de madera no le gusta sólo la playa -y odio la sobreexplotación del litoral-, o que mis cortas patas no dieron para subir al peñón de Ifach, que es lo que yo quería. Quizás la culpa la tenga la visita en la víspera a Altea. Pero Calpe no me moló demasiado.
Vale, sí, mucha playa, más o menos limpia, espacio para pasear sobre la arena al atardecer... Pero no me gustó demasiado el trato en el restaurante, y tuvimos que andar y andar para encontrar un cajero...
El pueblo, dicen, tiene monumentos. Pero seamos realistas, es famoso por la playa. Y también por el peñón, parque natural que me quedé con ganas de visitar. Quizás de haber sido así, esta entrada hubiera sido bien distinta.