Arquitectura Negra IV: El Espinar

En realidad, El Espinar es un pueblo casi minúsculo, como otras muchas localidades de la Arquitectura Negra de Guadalajara.
Nosotros veníamos de Valverde de los Arroyos. Pensábamos dar una vuelta más grande por los pueblos del entorno, pero nos entretuvimos demasiado en Cogolludo y la chorrera de Despeñalagua, así que nos vinimos directamente a El Espinar.
Para otro día hemos dejado Palancares, Amiruete y, sobre todo, Tamajón. Allí está el Palacio de los Mendoza, vestigio del esplendor que tuvo el pueblo, y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XIII, de origen románico, del que tan sólo conserva el muro sur. También podemos ver la antigua fabrica de vidrio, el Monasterio de los Franciscanos o el Ayuntamiento, entre otros. Es ideal para las personas que les gusta la naturaleza y el Patrimonio Cultural.
Pero, sobre todo, admirar la Ciudad Encantada, similar a la de Cuenca. Se trata de grandes formaciones de piedra caliza labrada con el paso del tiempo por el agua y el viento. Algunas de estas formaciones son de una gran belleza, existen dolinas, torcas, relieves ruiniformes y lapiaces formados bajo suelos. La zona posee merenderos y sendas de paseo. Muy cerca se encuentra un sabinar (Juniperus thurifera), de alto valor medioambiental, con ejemplares adultos muy envejecidos.
Desde Tamajón en dirección a Majalelrayo podemos disfrutar del bellísimo santuario mariano de la Ermita de Nuestra Señora de los Enebrales (siglo XVIII), donde se celebra una importante romería anual en honor a la Virgen, llamada popularmente la Serrana. Nosotros sólo pudimos verla desde el coche, y había mucha gente.
En Retiendas están los restos del monasterio cisterciense de Bonaval, del siglo XII. Tienes que dejar el coche a un kilometro y medio aproximadamente e ir caminando, es un camino forestal fácil. Sin embargo cuando llegas al Monasterio tiene prohibido el paso por peligro de derrumbes. La verdad, una pena que no lo conserven mejor.
En pueblos como Campillejo, El Espinar, Robleluengo, Roblelacasa, Majaelrayo, Almiruete, Palancares, Valverde de los Arroyos, La Vereda y Matallana, encontramos excelentes muestras de este sorprendente patrimonio etnográfico que la arquitectura negra. Son características sus superficies de pizarra, que sirven de cubiertas a las casas y a cualquier otra clase de construcción.
Así que pasamos por Campillejo muy muy rápido, porque es muy muy pequeñito, y en seguida paramos en El Espinar. La verdad es que aunque llevábamos 37 kilómetros desde Valverde, pero llevábamos más de tres cuartos de hora en el coche, por una carretera de muchas curvas, y decidimos estirar un pelín las piernas.
El pueblo, todo negro, es una aldeíta, todo negra, claro, como marca el estilo de la zona, con todo, casas, suelo, tejados y muretes de teja. Como en otros pueblos de la zona, muchas flores y plantas también en calles y viviendas, y la montaña imponente al fondo. Estaba atardeciendo y vimos gente simpática por la calle, que nos saludaba al pasar.
Sí, un lugar para pasear, pero sin ningún tipo de equipación turística, más allá de un cartel de los pueblos del entorno. Sin hoteles, ni desde luego, sin tiendas, de ningún tipo. Como era tan tarde, decidimos beber algo de la fuente... y corriendo hacia Campillo de Ranas, antes de que se hiciera de noche.

Pumu'n'Ana aquí in the UK: Cambridge

Que nooo, que no son las regatas de Cambridge contra Oxford. Es sólo un recordatorio, a ver si alguien me pasa más fotos :)

Arquitectura Negra III: Valverde de los Arroyos

Nuestro siguiente destino es un Pueblo con Encanto, así, con mayúsculas Nos referimos a Valverde de los Arroyos, Guadalajara, ejemplo de arquitectura negra.

Valverde de los Arroyos pertenece a la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España.
Se trata de una organización que nace de la convicción y necesidad de poner en conocimiento de todo el mundo los maravillosos pueblos que salpican la geografía española. Son lugares de gran belleza que destilan historia y cultura a la par, villas donde la tradición envuelve al viajero, que al mezclarse con los lugareños, pasa a formar parte de este marco único aunque sea solo por unos instantes.

En total, existen 44 Pueblos con Encanto en España, entre los que hay tres en Castilla-La Mancha. Uno es Valverde de los Arroyos. Y los otros dos, creo que os van a sonar, son Alcalá del Júcar y Almagro. 

Valverde de los Arroyos es un precioso ejemplo de pueblo de la Arquitectura Negra de Guadalajara. Se trata de un pueblo pequeñín, muy pequeñín, creado totalmente de pizarra, tanto en las paredes, como los tejados, e incluso el suelo del pueblo y su mobiliario urbano, como las fuentes, la preciosa fuente de la plaza. Es un pueblo repleto de balconadas de madera, con multitud de flores, sobre todo hortensias, y también frutales.
Por cierto, mucho ojo chicos que en Valverde sólo hay dos restaurantes, así que si vais en un día con mucha gente, igual tenéis que hacer tiempo dando un paseo. Nosotros comimos genial.

Pero, además, Valverde tiene otro tesoro, la chorrera de Despeñalagua.
Desde la misma plaza de Valverde, frente a la iglesia, sube una callecita por la que se llega de inmediato al campo de fútbol, un lugar también precioso, con varias casas rurales al fondo; yo diría que un lugar de ensueño para pasar unas vacaciones.
Allí hay también unos guindos preciosos. Tras cruzar el campo, en la misma dirección se entra en una corredera cerrada al tráfico. A la chorrera se llega en algo menos de una hora, andando por un camino espectacular, paralelo a una canalización de agua a los riegos, que en ocasiones va al aire libre, y en ocasiones en tubería. Es un paisaje grandioso, con la sierra de Guadalajara siempre de fondo. Es precioso, todo verde. ¡Mucho ojo, que parece que en ocasiones el camino se pierde, y nos tenemos que guiar por el sonido del agua bajando.
La chorrera de Despeñalagua es una espectacular cascada de agua de cerca de 80 metros de altura en varios escalones, que proviene del arroyo de la Chorrera, un afluente del río Sorbe en la falda norte del pico Ocejón. Cuando escuchas el murmullo del agua que escurre por la garganta, ya puedes decir que estás en la chorrera. Nosotros nos bañamos, bueno, en realidad metimos los pies y dejamos que el agua nos salpicara, porque, aún en verano, está completamente helada.

Vietnam: Hue

Mientras Pumuky Viajero está recorriendo España (en realidad no os lo ha contado todavía, pero se ha ido también a la India y a las islas Maldivas), yo estoy viendo todo Vietnam.
Ya os contaré más tranquilamente cómo es esto y cómo nos ha ido, incluido el monzón. De momento, os dejo un par de foto de la ciudad de Hue, la que fuera capital imperial del país hasta 1945, una ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Se trata de un lugar pleno de monumentos y sitios históricos. Visité su ciudadela, con una arquitectura claramente inspirada en la Ciudad Prohibida. Allí se encuentran la Ciudad Imperial, la Ciudad Púrpura Prohibida y la Ciudad Interior. Es aconsejable un paseo en barca y, desde luego, visitar las tumbas imperiales y el colorido puente de Thanh Toan.
Otro lugar impresionante es la pagoda sobre el río del Perfume.
Ya tendréis más noticias mías.

Arquitectura Negra II: Umbralejo

Nuestra siguiente visita es un pueblo con horario de apertura, sí, sí, con horario de apertura.
Cuando se lo dijimos a unos amigos nos preguntaron que si es que quitaban las calles, o es que sólo vivía la gente en horario comercial. Pues no. Resulta que Umbralejo, que es el pueblo del que hablamos, es un pueblo que quedó desierto allá por los años sesenta, y que desde los ochenta están recuperando los ministerios de Agricultura, Educación y Fomento.
Y decir que es de agradecer el trabajo, porque Umbralejo es uno de los lugares más bonitos que jamás he visto.
Nosotros llegamos a Umbralejo por la Gu-211 en dirección a Valverde de los Arroyos. Nada más entrar nos desviamos y en seguida llegamos a la entrada del pueblo, que es donde hay que aparcar, porque están prohibidos los coches. Allí vemos el horario de apertura: de seis a ocho de la tarde de abril a septiembre (sábados y domingos de doce a dos y de seis a ocho); de octubre a marzo, lunes a viernes de cuatro a ochos (sábados, domingos y festivos de cuatro a seis).
Bueno, decir que en realidad nosotros llegamos por la mañana, nos cruzamos con varia personas y nadie nos dijo nada. Este horario ha de ser, sobre todo, orientativo. Supongo que es cuando están los talleres en marcha y se puede ver todo el pueblo, incluidos los interiores. Pero eso no impide, al menos a nosotros no nos impidió, una amplia visita por él.
Para empezar, nos impresionó el espectacular paisaje natural de la sierra de Guadalajara, con el majestuoso pico Ocejón siempre presente en el horizonte. Umbralejo, escondido en un bosque de pinos silvestres y algunas encinas y melojos.
Luego está la arquitectura negra. Se trata de una arquitectura característica de esta zona, basada en la construcción a base de pizarra, el material que sirve de cubiertas a las casas y a cualquier otra clase de construcción. Lo extraen del entorno natural, y lo trabajan con paciencia. Son estas grandes lajas pizarrosas las que dan color a los pueblos y nombre a esta arquitectura popular. Las construcciones se encuentran apiñadas entre sí en un todo continuo, formando conjuntos de una calidad plástica inimitable.
Sobre Umbralejo, decir que en la década de los sesenta sufrió una fuerte emigración y quedó totalmente abandonado. Menos mal que en 1984 el pueblo entró a formar parte del programa de recuperación y utilización educativa de pueblos abandonados. En 1971 el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) expropió a sus habitantes sus edificios y terrenos. Desde 1984 se encuentra integrado en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados, promovido por los ministerios de Agricultura, Educación y Fomento, lo cual ha provocado que actualmente se encuentre reconstruido y sea utilizado para campamentos de verano.
La reconstrucción ha hecho posible la conservación de las casas levantadas a base de pizarra y barro, siguiendo el estilo de la arquitectura negra. Umbralejo posee aproximadamente unas setenta edificaciones, dicen que las mismas del siglo XVIII, entre casas, pajares y otras edificaciones, ahora perfectamente rehabilitadas como alojamientos, aulas, comedores, talleres o almacenes de herramientas y materiales. El pueblo ha pasado por sucesivas campañas de restauración, que le dan aspecto que presenta es formidable. Hoy en día parece un pueblo de cuento de hadas, con rincones de ensueño a cada paso. Las sucesivas restauraciones han podido alterar la arquitectura original de la población, pero han mantenido la esencia y el resultado es fabuloso.
El lugar está magníficamente terminado, sin lujos fuera de sitio, sin antenas de televisión, sin cables ondeando en las alturas, sin vehículos que eliminen la sensación de ser transportado a otra época en que la pizarra y la cuarcita, la tierra, los árboles y el cielo eran el único decorado. Forman un escenario digno de la mejor ambientación cinematográfica de cualquier siglo pasado. Pero no es un decorado: es de verdad y está vivo. Especialmente cuando en sus talleres, aulas o comedores resuenan las voces jóvenes de una infantil población temporal que ha de venir a paraísos como este para conocer que había y puede haber otras formas de vivir diferentes a la veloz urbe sin rostro.
En la población no se encuentran los servicios típicos para el turista, ya que no es esa la función que el pueblo cumple. No hay hoteles, restaurantes o tiendas, solo el pueblo en toda su pureza. Hay un horario de visitas para turistas y se intenta que estos no interfieran con la actividad principal del lugar: la educación. Y como actividad educativa ha de considerarse una visita turística a Umbralejo y por tanto ha de extremarse el cuidado.
Sólo hay un edificio sin restaurar, el de la iglesia. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Natividad. Tras la despoblación del pueblo, fue comprada al Obispado de Guadalajara por un anticuario, quien ejerció un saqueo sistemático de los retablos, los objetos litúrgicos y las lapidas de las tumbas del cementerio anexo. Mientras la iglesia fue de su propiedad, se permitió a los grupos de trabajo limpiar y adecentar el cementerio y el interior. Pero cambió de nuevo a otro dueño, quien la compró con ánimo de especular. En la actualidad parece que va a ser cedida al proyecto de recuperación de pueblos. Pero hoy está vallada, con el tejado caído y el cementerio prácticamente invadido por las malas hierbas.

Camino de Santiago: Manjarín

Curiosa visita esta de Manjarín, un pueblo abandonado de la provincia de León por el que atraviesa el camino de Santiago.
Bajamos de Foncebadón y llegamos a la Cruz de Ferro (que fue donde se nos perdieron las fotos), para atravesar, siguiendo la Le-142 las ruinas de este lugar. Se trata, por lo tanto, de los restos de unas cuantas casas, a las que se une uno de los albergues más curiosos del camino.
El Círculo templario de Ponferrada es un albergue sin agua corriente, ni baños (tan sólo existe una letrina). ¡Lástima no haber leído antes la guía, porque no tomamos nada en Foncebadón, y el camino hasta El Acebo se nos hizo bastante largo!
Por lo demás, el albergue es tremendamente curioso, uno de esos museos de lo extraño que te encuentras por el camino, con sus banderas de todos los países. Se puede acampar, no está muy limpio y el hospitalero parece buena persona. A la postre, es uno de esos lugares, que te enamoran, o lo odias. He leído comentarios de todo tipo.
El resto del pueblo son casas derruidas, la mayor parte sin techo siquiera, y algunos cercados para el ganado. Se encuentra en la bajada desde el Foncebadón. Las vistas son presciosas, pero el camino demasiado lleno de piedras.

Camino de Santiago: Castrillo de los Polvazares


Tengo mala suerte con el Camino de Santiago. Hace tres años perdí muchas fotos, y recientemente he vuelto a perder más. Una lástima, por ejemplo, tras mi visita a Castrillo de los Polvazares. Es un pueblo precioso y sólo he podido salvar una foto de las muchas que me hice para mostrároslo. A ver si consiguen recuperarme la tarjeta estropeada.
El pueblo fue para mí una sorpresa. Resulta que es un paso alternativo al salir de Astorga, en el que haces más distancia, por lo que quizás yo no lo había visitado antes. Pero mi amigo Jesús me habló del lugar y no dudamos en parar a comer en Castrillo de los Polvazares en El Almacén del Arriero, que llevan Fonsi y Andrea, que son majísimos. Como no puede ser de otra forma, pedimos un cocido maragato, que se come del revés, primero la carne y al final la sopa. ¡Vaya hartón a comer carne! Menos mal que fuimos previsores y, aunque teníamos hambre, pedimos un cocido y una ensalada para los dos, y aún así nos saciamos. Después Fonsi nos recomendó que nos quedáramos a dormir allí, que hay albergues y casas rurales que están muy bien, y en maldita hora no le hicimos caso, porque en Astorga estaban de fiesta, y apenas pudimos pegar ojo.
En lo que al pueblo se refiere, Castrillo de los Polvazares es un lugar precioso, casi suspendido en el tiempo, con sus casitas de piedra y sus calles adoquinadas. Las casas, llamadas "casas arrieras", están estructuradas en función de esa actividad. De ahí que existan grandes puertas para el paso de carros, patios interiores, que son el centro de organización de la casa, cuadras, y algunas grandes bodegas. Decir que el pueblo originalmente se encontraba en una ubicación distinta. Fue destruido por unas riadas, y se reconstruyó en el siglo XVI en su emplazamiento actual. Los arrieros maragatos gozaron de gran poder e influencia en la zona entre los siglos XVI y XIX.
Porque sus habitantes fueron tradicionalmente arrieros maragatos. Traficaban con vinos, pescados, y muchos otros bienes. La comarca maragata está situada en un punto estratégico en las comunicaciones del interior de la península y Galicia. Los maragatos transportaban al interior salazones de pescado traídos de la costa gallega, y al volver a su tierra cargaban con embutidos y productos de secano.
Pero la decadencia de esta casta comenzó con la llegada del ferrocarril a Astorga en 1866. Hoy la principal actividad económica del pueblo es el turismo y en la artesanía. Sus principales reclamos turísticos son su arquitectura típica y su gastronomía (con el cocido maragato como estandarte), y el Camino de Santiago. Los restaurantes más conocidos del pueblo están situados en casas maragatas rehabilitadas para ese menester. Cuando nosotros llegamos allí, eran muchas las familias que estaban aparcando a la entrada del pueblo, en un parquing magnífico en el que venden miel y queso, para ir a comer cocido. Porque dentro del pueblo en teoría está prohibido aparcar.
Como curiosidad, decir que Castrillo de los Polvazares es la localización elegida por la escritora Concha Espina para ubicar su novela La Esfinge Maragata, en la que rebautiza al pueblo como "Valdecruces". Otra personalidad relacionada con este pueblo es René Clair, cineasta francés, cuya mujer vivió allí hasta su muerte en 2006.