Por la tarde nos fuimos a Barichara, un pueblo encantador. Si Villa Leyva era bonito, este tenía aún más encanto, con una gran armonía urbanística, casas blancas con pequeños detalles coloridos, calles casi todas ellas adoquinadas y uniformes, lugar de visita obligada de muchas personas de la farándula de Hollywood. Al final de la tarde, se le antojaban unos bollitos, y vimos este cuatro latas con el maletero atiborrado. De dulces bollos y demás.... Regresamos al final de la tarde a San Gil, para 'agarrar' el autobús nocturno. Se debe decir 'agarrar' porque 'coger' se presta a ser motivos de chistes.
Blog de viajes. Nuestra mascota, la marioneta Pumuky, recorre el mundo, y aquí nos cuenta sus travesías y da algunos consejos.