Autobús
nocturno, con un trayecto directo a Taganga, nuestro siguiente
destino. 12 HORAS, si doce horas, no me he equivocado..., pero casi
todo el trayecto dormido, pues estos "carros" son muy
buenos y confortables.
Taganga es un típico y característico
pueblo de pescadores. Está rodeado por montañas con vegetación
cactácea y pequeños árboles, como el trupillo.
Es popular por sus paisajes y miradores, y tiene 3.000 habitantes
aproximadamente. Un lugar donde las familias todavía viven de la
pesca de la forma tradicional y que además está muy cerca del
parque nacional de Tayrona, que será mi próxima entrada.
Es posible observar el ritual de pesca
de los nativos que construyen sus propias canoas y utilizan con magia
la atarraya. A destacar también el buceo. Se trata de uno de los
principales sitios para la práctica de buceo autónomo en el Caribe
Colombiano, famoso por sus arrecifes de coral, promete paisajes
encantadores y gran variedad de fauna y flora marina.
Llegamos a nuestro hostel. Precioso, una pasada, nada que ver con el bodrio de Musicology, el de Bogotá.
Como llegamos pronto, mis compaeros se fueron a una playa
a una cala a la que sólo se accede por un camino de mulas. Sin embargo, Óscar decidió dejarme descansando en el hostel porque estaba un poco
resfriado del autobús nocturno, queera un frigorífico (dormimos
con forro polar, jjjjj), como en los aviones de largo recorrido, para
que no te muevas y no sudes, y asi no oleremos a muchedumbre.
Después mi amigo me describió la idílica cala. Se pudieron sentar, en una
tumbonas a la sombra de un árbol y con los pies siempre mojados,
pues no era primera línea, era dentro del agua. Y unas birritas...
Merecido día de descanso, reparando energías para el día
siguiente.
Y ojo, que si aquel día tengo pocas fotos, veréis cómo se desquitaron mis amigos en el parque nacional... Veréis qué multitud de fotitos.
Beesos.
Y ojo, que si aquel día tengo pocas fotos, veréis cómo se desquitaron mis amigos en el parque nacional... Veréis qué multitud de fotitos.
Beesos.
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