Camino de Santiago I: Roncesvalles

¿Os he contado ya la mala suerte que tengo con el Camino de Santiago?
Dos veces que lo he empezado, dos veces que he terminado por perder gran parte de las fotos. Eso me pasó por lo menos en las primeras etapas.
Suerte que, por lo menos, guardé unas fotillos en las redes sociales. Así que todavía os puedo contar algún recuerdo. 

Comenzamos por Roncesvalles.
¡Y resulta que Roncesvalles es Navarra! ¡Y yo que creía que era Francia! El chaval de la oficina de turismo parecía entre divertido y ofendido por mi pregunta.
Roncesvalles no es ni un pueblo, apenas una aldea (25 habitantes nos dijeron).
Vamos a desayunar en condiciones y nos dirigimos bajo la lluvia a la colegiata. Primero habíamos preguntado en el albergue si se podían quedar con las mochilas y no se hicieron responsables. Me impresionaron las cristaleras. Durante todo el día, sol, lluvia y viento fueron intermitentes.
Había dejado de llover y fuimos al museo. Resulta que eran las 12,05 y había salido un grupo, así que a esperar. Pudimos ver la tienda, luego el claustro y la tumba de Sancho IV. Como al salir llovía, nos refugiamos en la colegiata, hasta que escampó y pudimos hacer más fotos exteriores, ya sabéis, fotos que se nos perdieron. Después, a la vuelta, guiados por una leona morenaza, vimos el museo. Lo más destacado era el relicario denominado 'Ajedrez de Carlomagno', famoso por lo visto por el libro de El Ocho. También están allí las cadenas que originaron el escudo de Navarra. Al margen de alguna pintura muy corrientita, poco más nos llamó la atención. Ni siquiera las monedas que se exponían eran buenas.
La ermita de Santiago me llamó la atención por su interior más que nada. Y para los morbosos queda el Silo de Carlomagno. Allí estaban mirando las calaveras.
Antes de empezar el Camino, nos sellaron en el albergue, y empezamos a camina por un bosque de hallas, una senda preciosa, para empezar, de lo más bonito que he visto.
Es el 'Bosque de Sorginaritzaga' o 'Bosque de Las Brujas'.
A unos tres kilómetros, está la Cruz de Roldán, el primero de los hitos que nos encontramos en el Camino, repuesta en 2006, donde ya en el siglo XV ya estuvo allí otra cruz similar, donde se supone que murió el caballero francés de leyenda. Desde allí, caminamos hasta Burguete, pueblo en el que decidimos comer. Era una pasada, con sus casas señoriales y sus blasones; casi todo en torno a una calle, con sendas canalizaciones de agua a sus lados. Hay multitud de flores y plantas en las casas, todo muy europeo.

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