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Castañar de El Tiemblo

Un tipo de madera como yo se encuentra como pez en el agua, o mejor dicho como gnomo en el bosque, en un paraje natural como el castañar de El Tiemblo, en Ávila.
La verdad es que este inicio de la Garganta de la Yedra es un lugar precioso, que en otoño mezcla los colores marrones y ocres, todavía con el verde de los árboles. Es un gusto para la vista, sobre todo al atardecer, y para los oídos, con el canto de los pájaros. A un suelo repleto de hojas caídas y castañas todavía con pinchos, unes, si andas algo listo, el poder ver algunos animales salvajes. Yo, que soy pequeñito y miro desde abajo, sólo vi algunos grandes, como caballos, y unos corzos justo antes de llegar. Pero dicen que también hay lagartos, y que los más despiertos pueden ver muchas especies de pájaros.
La pega es que, claro, atraídos por tanta belleza, El Tiemblo está repleto de dominguero que, como yo, visitamos el lugar. Para evitar que todo se llene de coches, el Ayuntamiento del pueblo ha puesto una especie de guardas. A los más madrugadores, les dejan subir su vehículo previo pago de seis euros. A los que les gusta la cerveza, como a mí, y llegamos algo más tarde, nos ponen un autobús que te sube y baja por dos euros. Eso sí, no se lo digáis a nadie, pero pasé muucho miedo durante el viaje de nueve kilómetros, porque tengo mucho vértigo, y cuando nos cruzamos con otros coches o autobuses por la estrecha calzada de arena sin quitamiedos, en ocasiones me vi rodando terraplén abajo. Por cierto, que para bajar no te piden el billete, así que subes andando, aprovecha, jjjj.
Una vez arriba, a mi tiita G y a mí nos volvieron locos las castañas. ¡Castañas, castañas, castañas!, gritaba ella. Decir que no eran muy buenas. Se dejan comer, pero no son demasiado dulces, y mi tiita Llave, que una vez se llevó un saco a casa, me dijo que a los pocos días le salieron gusanos. Se las dejaremos mejora a los ratones, jabalíes y ardillas.
En El Tiemblo hay varias rutas perfectamente indicadas en cada cruce. Las más famosas son la Senda de San Gregorio, de 4,6 kilómetros, que une el lugar donde te dejan los autobuses con la mitad del camino de subida, y la Senda El Castañas, que es circular, mide 4,3 kilómetros y la que hicieron mis cortas patitas.
En el recorrido pude disfrutar de un pequeño riachuelo, de un enorme prado de hierba perfecto para comer y de árboles centenarios. Dicen que el castaño conocido como El Abuelo tiene más de 550 años. Su interior hueco era utilizado por los pastores para hacer fuego y resguardarse por las noches. A mí me dió la verdad muuucho miedo, y quedé flipado con unos niños supervalientes que se aventuraron a meterse dentro.
Lo malo es que tanto andar, hice mucho hambre, y no me bastó con los bocatas que comí en el prado. La próxima vez, ya sé que tengo que bajarme al pueblo a comer esos chuletones de a kilo. Mis tiitos, que son unos rancios, no me dejaron pegar un bocado a unas setas que vi por el bosque, que tenían una pinta...

Por cierto que hay un álbum en feisbuk con mis fotos. Está aquí.

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