Viaje a la Alcarria VIII: Sacedón

"En Sacedón se mete el viajero por el atajo del camposanto, camino que pronto desaparecerá bajo las aguas de un canal ya empezado a construir. A la izquierda, conforme se sube, queda la fábrica que dicen la Orujena, echando humo, como una máquina de tren, por su alta chimenea. Sacedón, que está rodeado de campos de trigo verde y lozano, parece un pueblo importante y muy industrioso. El caserío se extiende bastante y la torre de la iglesia destaca airosa sobre todo él"


Como sabrás, Sacedón es un pueblo mundialmente conocido por dos cuestiones: es el pueblo del embalse Entrepeñas, desde donde le quitan el agua al río Tajo; y también es la localidad natal del líder carismático de Ñu -a juicio de Pumuky Viajero, el mejor grupo del mundo-, José Carlos Molina.
Por lo tanto, un doble sentimiento embarga a este pequeño muñeco cuando llega a la localidad con sus amigos. Por un lado, el enfado de saber que tan cerca se está consumando el atentado ecológico, por otro, la emoción de pensar que al doblar cualquier esquina, se podrá cruzar con Molina tocando su flauta travesera.
Cuando Cela llega a Sacedón, estan preparando el atentado premeditado contra el Tajo, pero todavía no se ha consumado. Se encuentra un pueblo muy jovial, al que la gente vuelve del trabajo. Allí están jugando a la pelota a mano y luego la noche trasnocha en la calle. Opina Pumuky que aunque el de Padrón no lo diga, tendría que ser viernes o sábado. Llega allí conversando con un chico de Casasana  muy echao pa'alante, Felipe el Santre, que le lleva sus cosas en burro. Se encuentra de nuevo a su amigo Martín, que le lleva a una posada donde le tratan de lujo, salen a tomar algo, cena como un señor y duerme muy bien. Por la mañana da otra vuelta por el pueblo, y coge un autobús en dirección a Pastrana, previa parada en Tendilla.
Nuestro grupo de jóvenes llega tarde a comer a Sacedón, es el quinto pueblo del día. Es tarde, pero comen abundantemente, que hay hambre. Después, ya sí, a recorrer el pueblo, que los días en diciembre son muy cortos, y en seguida baja el sol.
Callejean un poco sin objetivo visible, y van visitando las fuentes del pueblo, y fotografían mucho edificio antiguo, edificios cerrados, negocios que parecieron prósperos, pero clausurados hace décadas. En la plaza, se deleitan unos instantes con la iglesia de la Asunción, que es del siglo XVII. Tiene una portada renacentista y una torre esbelta, que como decía Cela, se ve desde todo el pueblo. El interior es de estilo gótico de transición, con tres naves. Tiene un coro en la parte interior de la torre que llama mucho la atención.
También encuentran la ermita de de la Santa Cara de Dios, del siglo XVIII, de estilo muy florido y recargado.
Tras una vuelta lenta, disfrutando del pueblo, Paloma convence al grupo para subir al monumento del Sagrado Corazón de Jesús.
El monumento no es gran cosa en sí. Lo que van a ver en realidad son las vistas del embalse. En su tiempo, a los embalses de Entrepeñas y Buendía se les llamó el Mar de Castilla. Allí hubo mucho turismo náutico y se hizo negocio. El problema es que llegó el trasvase, y se vació todo, el embalse y la economía del pueblo. De vez en cuando, todavía se ve algún resto de aquello, pero cada vez menos. Cada vez hay menos agua.
Desde lo alto, la vista es impresionante, pero terrorífica. Se nota el cadáver del embalse, restos secos de lo que antes era una gran masa de agua.
Decir que el monumento al Sagrado Corazón de Jesús se encuentra situado sobre el cerro de la Coronilla y con unas vistas impresionantes al embalse de Entrepeñas. El monumento tiene 23 metros de altura, mas 5,5 metros que mide la imagen. Se inauguró el 26 de octubre de 1956.
Les queda a los chicos todavía por ver el conocido como Puente Romano, que en realidad es de 1461, y cruza el río Tajo para unir Auñón y Sacedón. Mide 88 metros de longitud, once en su zona más amplia y 3,4 de calzada. El ojo central está a 17 metros sobre el nivel del mar. Fue importante durante la guerra de Independencia, en la que lo conquistó El Empecinado y quitó a los franceses una forma de cruzar el Tajo.
También les resta por ver la presa en sí del Entrepeñas, pero, cabreados un tanto con el trasvase, deciden partir, siguiendo los pasos de Cela, hacia Tendilla, que tanto Pumuky como Paloma les quieren presentar esa preciosidad antes de ir a pasar noche a Guadalajara.
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