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Cuenca

¿Conocéis el juego del Geocaching?
No necesito escusas para hablar de Cuenca, pero vamos a jugar un poco. Y cuando hablo de jugar y de viajar, hablo de Geocaching.
Viene a cuento porque Cuenca es la primera ciudad en la que jugué. Creía que la conocía bastante bien, pero la verdad es que me sorprendió mucho los lugares que me hizo descubrir.
Os resumo brevemente: el Gecocaching es un juego a nivel mundial. Hay jugadores que esconden pequeños 'tesoros' o cachés y después los referencian con gps para que los busquen los demás. Buscas la cajita, firmas en su libro de firmas y la das como encontrada en el juego. En realidad el tesoro que encuentras es muchas veces el lugar maravilloso al que te hace ir en la búsqueda.
A mí me sorprendió muchísimo el Mirador de Mangana, que no conocía y que es la caña. Decir que mi primer Geocaching fue en las escaleras de Santiago de Cuenca. A partir de ahí, el juego me encantó. Y eso que la cosa no es tan fácil. Nos tiramos media hora buscando el caché del puente de San Pablo y no hubo manera. Además, teníamos que disimular, para que los mugles (gente que no juega) no nos miraran raro.
Aunque tenga pocas fotos, voy bastante a Cuenca. Lo que pasa es que mis amigos se lían con el resolí, y se olvidan de mí. ¿Os creéis?
Me gusta dormir, bueno, en Cuenca duermo poco, por Fray Luis de León, junto a la famosa 'calle', ya sabéis, la calle de marcha (aunque en el fondo yo soy más de bares del Casco, como Los Clásicos y su tabla periódica de gintonics, y sobre todo los más macarras). A destacar, claro, las enormes tapas de la bodeguilla de Basilio, o las copas de La Muralla.
Si vas a Cuenca, tienes que disfrutar de su gastronomía. Además del resolí, me encantan sobre todo el morteruelo y el ajo arriero, además de las gachas. Todo muy ligerito, jejejeje. Por no hablar de los zarajos, aunque a la gente que no los conoce, no les suelo contar lo que son hasta que no los han catado. Para comer en Cuenca bien y comer en Cuenca barato, sirve casi cualquier bar. Aunque yo suelo ir al 'Comunista', nombre oficioso de El Mesón. Mi tiito Óscar se reía allí mucho al ver a un cura totalmente entregado al pecado de la gula. Tampoco se como mal en la zona del Miradero, arriba del todo y con vistas a la ciudad. Para tomar un café, el Parador es la caña.
Pero, ojo, que Cuenca es más que comer y beber. Me encantan su naturaleza y su Casco histórico. Un Casco espectacular, entre las hoces del Júcar y el Huécar; una de las maravillas de España. Como resultado, unas vistas impresionantes desde el puente de San Pablo, no apto para personas con vértigo, o desde el precioso parador. Creo que están estudiando poner un ascensor al lado.
Y después está el maravilloso Casco histórico. Me encanta callejear y perderme, total, no es tan grande. La Catedral es muy pequeñita. Lo que no os podéis perder, claro, son las Casas Colgadas, que alojan el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca. Son una pasada por dentro y por fuera, en continente y contenido. El Museo de las Ciencias te lo recomiendo sólo si tienes tiempo, yo prefiero subir arriba y abajo por el casco y tapear. Y casi arriba del todo está la Fundación Antonio Pérez, con mas arte moderno, en este caso, abstracto y pop sobre todo. Si te encuentras a Antonio, es muy simpático, te puede enseñar su casa, lo último que ha encontrad o sus historias con Dalí.
También os quiero hablar de las fiestas conquenses. Mundialmente conocida es su Semana Santa y sus turbas, que se conocen también como procesión de los borrachos, aunque allí no les gusta que las llamen así. Pero a mí lo que más me gusta es San Mateo, ¡Vaya buen rollo! Te tiras tres días en San Mateo y cuando te vas de Cuenca, te conoce todo el mundo. Aunque yo tengo que reconocer que soy una marioneta muy mona, y eso es fácil.
No me puedo despedir sin recomendar en los alrededores de Cuenca la Ciudad Encantada y las ciudades romanas de Segóbriga y Valeria. Merecen muchísimo la pena.
Para terminar, una recomendación cervecera, aunque no tenga foto: no os vayáis de Cuenca sin probar la cerveza Dawat.

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