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Tras los pasos de la Celestina I: Barcience

Hace unas semanas, nos pasamos por La Puebla de Montalbán, que es un pueblo que tiene mucho que ver, pero por el que nunca me había pasado. Pero antes, desde Torrijos, donde hicimos una parada previa en el precioso castillo de Barcience, con su enorme león rampante en la torre del homenaje, y atravesamos campos totalmente verdes, una estampa preciosa.
El castillo está muy bien indicado. En realidad, no tiene pérdida, porque Barcience es muy pequeñito. Pasas el cementerio, donde tienen que dejar el coche y en lo alto de un monte, allí lo encuentras. Desde luego, que estaba bien protegido. Aunque no existe documentación que implique a este castillo en ninguna acción bélica, por lo que ha sido utilizado principalmente y a lo largo de los siglos como mansión señorial.
Decir que Barcience fue una zona fortificada y desde los siglos XI (cuando es reconquistado) y XII. En el, XIII pasó a manos de la Orden de Santiago. Después, su Gran Maestre, don Enrique IV de Castilla, se la cedió al adelantado don Alfonso Tenorio, cabeza de la familia de los Silva, condes de Cifuentes desde 1454.
Estos elevaron el castillo en el siglo XV. Su construcción la comenzó Juan de Silva y su nieto fue quien la concluyó. En el siglo XVI fue provisto de artillería y guarnición.
De los Silva paso a las casas ducales del Infantado, de Osuna y de Pastrana. Los duques de Pastrana donaron el castillo de Barcience al papa León XIII, quien lo vendió posteriormente a un particular, junto con el término y el pueblo.
El particular en cuestión era Cirilo Calderón, hombre de negocios que junto con la enorme finca de Barcience en la que se incluía el castillo de Barcience adquirió el palacio de Barcience a la familia vizcaina de los Taramona y consiguió con su elocuencia y buena visión para los negocios hacer de Barcience y concretamente de sus fincas un auténtico emporio en lo que a explotación agropecuaria se refiere. Hoy todo está en manos de sus herederos, que, no obstante, permiten la vista al castillo de forma libre. 
Evidentemente, lo que más llama la atención es el enorme león rampante de su fachada. A mí me sorprende por tres cosas: por su tamaño, su estado de conservación, y porque extramañamente ahí se mantiene, sin que ningún millonario loco le haya dado por llevárselo. Es el emblema heráldico de los Silva, condes de Cifuentes, la familia que, recordamos, construyó la fortaleza allá por el siglo XV.
El castillo de Barcience es de planta casi cuadrada. Destaca esta torre del homenaje, también de forma cuadrada, donde está el león.
En los ángulos de la parte posterior hay dos torres cilíndricas. En la parte anterior queda a un lado la torre del homenaje y al otro una torre rectangular de mayores dimensiones.
El interior del castillo está totalmente destruido, aunque hay pruebas de la existencia de dos plantas y los adarves que recorren las murallas de una a otra torre. Está lleno de maleza, los muros se mantienen bastante firmes, de momento.


Quizás no sería demasiado complicado iniciar una restauración, habida cuenta del estado de los muros. Aunque, eso sí, si se demorara mucho, ya hay algunas piedras que amenazan por caer y con ellas llevarse todo el hueco de la ventana.

El castillo debió de tener foso y una barrera, de la cual solo quedan dos cubos que protegían la puerta de entrada al recinto. El recinto o antemuro que lo protegía está destrozado. 
Decir que la fortaleza se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. 
En definitiva, una bonita caminata para despertarnos, de camino a La Puebla, con unas bonitas y verdes vistas al horizonte.


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