Arquitectura Negra I: Cogolludo

Nuestra primera parada hacia los pueblos de la Arquitectura Negra fue Cogolludo. En Cogolludo no hay arquitectura negra, pero es un lugar sorprendente. Nosotros quisimos aprovechar para ver el lugar y nos encantó. De hecho, queríamos parar tan sólo unos minutos y al final estuvimos unas horas.
Porque Cogolludo, un pequeño pueblecito de Guadalajara, es el primer lugar al que llegó el renacimiento a España, gracias al palacio de  los Duques de Medinaceli. También tiene otros lugares interesantes, como su plaza porticada, o las parroquias de Santa María y San Pedro (esta última más destrozada). Además, han comenzado a recuperar los restos del antiguo convento del Carmen.
Dimos una rápida vuelta por toda la localidad, que es muy pequeñita, y en seguida llegamos a la plaza Mayor, que no pudimos ver, porque lo habían convertido en plaza de toros por las fiestas.
En seguida nos llamo la atención palacio de los Medinaceli. Se trata de la primera construcción renacentista de España, tras varios intentos protorrenacentistas. Según cuenta Antonio Lalaing, señor de Montogny, cuando en 1502 Felipe 'el Hemoso' y Juana 'la Loca' visitaron la localidad el entonces archiduque afirmó que "vale por siete de los nuestros; y es el más rico alojamiento que hay en España".
Hoy, lamentablemente, no quedan más que ruinas, que poco a poco están tratando de recuperar. Pero poco queda de aquella magnificencia de hace cinco siglos. El lugar se ha utilizado para todo tipo de actividades y se ha deteriorado tremendamente.
La construcción del palacio comenzó entre los años 1492-1495 y se sabe por el cronista de los futuros reyes que estaba concluido en 1502. Se hizo por encargo de la familia Mendoza. Luis de la Cerda y Mendoza, I duque de Medinaceli, se lo encomendó al arquitecto Lorenzo Vázquez de Segovia. Existe en la concepción del edificio un predominio de la horizontalidad y la simetría. Destaca también la ausencia de torreones, elemento típico de la arquitectura de los palacios españoles. El palacio está dividido en dos cuerpos. El muro de la fachada es de almohadillado florentino en ambos pisos, y allí destaca un gran escudo de los Medinaceli, con sus flores de lis, sus escudos de Castilla y León y sus angelitos. Está por todas partes.
Decir que tuvimos que ir a la vecina oficina de turismo, y allí nos atendió Sandra, una magnífica guía, que nos enseñó lo más destacado del pueblo, comenzando por su palacio. Lo vimos por dentro y por fuera, incluida una habitación magnífica con una enorme chimenea. El patio es precioso, aunque las piezas de más valor se han llevado a un museo arqueológico. Lo han ido reconstruyendo poco a poco y yo personalmente opino que se podría hacer algo más, aunque para eso seguro que hace falta dinero, y muchas veces sobran más excusas que dinero.
El edificio tenía una zona noble y otra destinada a los sirvientes. Además también había un jardín enorme y una fuente preciosa, que evidentemente ya no está allí.
Una visita realmente recomendable, la verdad. Desde allí se ve medio pueblo y, entre otras, las parroquias de Santa María y San Pedro.

Precisamente, nuestra siguiente visita fue la iglesia de Santa María. La verdad es que no es un gran templo. Tiene tres naves longitudinales, la mayor de ellas la central. Pero sí presenta algunos tesoros, los que se pudieron salvar de la Guerra Civil. Entre otros, está un cuadro de la Crucifixión de José Ribera, 'el Españoleto', que perteneció a los duques y estuvo en el palacio. San Pedro, por su parte, tuvo peor suerte y hoy es un espacio al parecer con poco uso ya, pero del que sobresale su enorme torreón.
Además, Sandra nos contó que en el pueblo se va a empezar a rehabilitar el monasterio del Carmen. Al parecer, es algo privado, quizás para hacer unas bodegas. Ya tenemos una escusa perfecta para volver al pueblo: tendremos que ir a ver cómo les queda. Este convento es del siglo XVI, y lo destruyeron los franceses. Sólo se conserva la fachada principal de su iglesia y sus paredones.
Por último, destacar las ruinas del castillo de los calatravos, bastante bastante deteriorado. Una pena que tan sólo quedan cuatro piedras. Fue construido en el XI sobre otra construcción musulmana anterior. En el año 1176 Alfonso VIII lo entregó a la Orden de Calatrava, que inmediatamente cercó la villa con una imponente muralla y mejoró el castillo. Fue nuevamente reparado en el siglo XIV y parcialmente destruido en el siglo XIX (1811). Hoy sólo queda un recinto central de altos y fuertes muros, con cubos cilíndricos en las esquinas. Alrededor de este recinto se encuentra el patio de armas, rodeado por una muralla más baja y un foso en el exterior.
Decir que en Cogolludo se come un magnífico cabrito. Aunque nosotros entonces no lo sabíamos. Tampoco habríamos tenido tiempo. Habrá que volver.


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