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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Suiza VII: Lucerna

Cada vez que recorro Lucerna, recuerdo por qué estoy enamorado de Suiza. Lucerna es una de las ciudades más bellas que yo he conocido. Perderse por sus bulliciosas calles es todo un espectáculo para la vista. Comienzas a recorrer su centro histórico, a las orillas del Lago de los Cuatro Cantones (Vierwaldstättersee) y no puedes dejar de mirar a sus coloridos edificios, tan repletos de detalles. En cada esquina o en cada fuente hay una pequeña sorpresa, algún pequeño duende, como yo, sólo visible para los visitantes curiosos, o nada menos que doscientos cisnes, que a mí me quieren picar y comer con esos picos tan grandes. Y, cómo no, me dio tiempo a alternar un poquito en las turísticas terrazas. Pero cuidado, no seas muy escandaloso, que en Lucerna está el león más grande que yo haya visto jamás. Y  aunque esté dormido y sea de piedra, a mí me da un poquito de miedo... No me acerqué mucho. Me encantaron también las murallas de Lucerna. De día y de noche. Por la noche, son pr...

Suiza VI: Brienz

En Briez me sentí como en casa.  A orillas de un lago azul, todo son preciosas casitas de madera y sus numerosos talleres de escultura... de madera, claro. Pues eso, que Brienz destaca por tener uno de los lagos más limpios de Europa y ser la patria de la talla de madera, con un precioso museo, incluso. Da gusto ver a esos artesanos trabajando... Lo malo es que no encontré aquí tampoco a mi princesa de madera... en fin. A, y a mis compis les encantó lo concienciados que son estos suizos, y cómo lo reciclan absolutamente todo.

Suiza V: Interlaken

Interlaken (Entrelagos en castellano, como habrás adivinado) está en el centro de Suiza, entre los lagos Thum y Brienz. Por allí también pasa el río Aar, donde me hice esta foto. Se trata de un sitio eminentemente turístico, repleto de hoteles, tiendas, japoneses y americanos. Eso sí, el sitio es un poquito caro, así que si quieres dormir, vete en Interlaken, mejor vete a los pueblecitos de los alrededores. Muy bonitas las montañas, valles y glaciares de su alrededor. Tengo que volver con más tiempo para perderme por ahí.

Suiza IV: Frutigen

Y después de un día pleno de viajes y aventuras, llegó el merecido descanso del guerrero. Fue en Frutigen, un precioso pueblecito entre las montañas. Desde allí compartimos todos algunas de las vistas más espectaculares de nuestra vida. Hay quien dice incluso que la manchita que se movía al fondo dando saltos era Heidi. Pero yo no lo tengo muy claro, porque mis ojos son de pintura sobre madera, y no acierto a ver tan bien como los humanos. Se trata de la capital de la zona, con preciosas casas bajas y una naturaleza desbordante. También llama la atención el gran túnel y el puente que lleva el tren a través de las montañas. Pero bueno, siguiendo el ejemplo de la serie, nos tiramos ladera abajo, tipo croqueta. Muy divertido, aunque si tus piernas y brazos son de cuerda, tienen el riesgo de mancharse de verde. Mis amigas habían alquilado una preciosa casa de madera. ¡De madera, como yo! Y finalmente, mi tiita Inma me hizo una cama, y allí puede descansar, previa lectur...

Suiza III: Thun

Cuando alguien me pregunta por qué me enamoré de Suiza, le hablo de Thun. Es un pueblecito de cuentos de hadas, muy cerca de Berna. De echo, porque no me dejaron, porque yo quería haber bajado nadando por el río Aare, que llega allí y se bifurca creando islas de ensueño... En una ciudad así, fue inevitable que me convirtiera en caballero y viviera grandes aventuras, como las de Don Quijote. Fue en precioso castillo de Thum, al que llegué, como Indiana Jones, bajo tierra, jejeje. Allí tuve un precioso caballo Clavileño, y salvé de las garras de un malvado oso a mis queridas compañeras de viaje. Eso sí, recorrí todas sus estancias, y no encontré princesa (jeje, estaba en Moscú). Desde el castillo hay unas vistas espectaculares de la ciudad, de los Alpes, e incluso del lago. Por cierto, que tampoco aquí me dejaron bañarme en el Aare, y eso que muchos niños se lanzaban desde los puentes al agua. ¡Si lo sé, no salvo a nadie del oso!

Suiza I: Ginebra

Venga, dejamos ya los cotilleos, y vamos a lo nuestro. En los próximos días, so voy a ir contando poco a poco mi viaje a Suiza, del que ya os adelanté algo al hablar de mi amada Berna. Llegué a Suiza en avión, vía Ginebra. Precisamente la única foto que tengo de allí (lo siento) es del aeropuerto. Una vez allí, alquilamos un coche. Suiza es un poco como yo, pequeño, pero grande. Bueno, que se puede recorrer sobre cuatro ruedas con facilidad. Además, la gasolina está más barata que en España. Pero, ¡cuidado!, que como el piquito de Ginebra está metido en Francia, los dos aeropuertos están juntos, y puedes pasar de Francia a Suiza en pocos pasos. Bueno, es un lío curioso, jejeje. De lo poco que vi de Ginebra, me parece una ciudad bonita, pero nada que ver que ese bucolismo que me ha encantado de toda Suiza. Ahí no encontrarás a mi amiga Heidi, sino las rentas del libro bien guardaditas en un banco. Lo que me encantó es eso de poder jugar a ajedrez por la calle, mientras te pas...