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Los Navalucillos

Vámonos a Cabañeros. He visitado Navalucillos con un grupo de excursionistas formado mayoritariamente por chicas (yo no soy tonto!). Decir que partimos de Toledo, desde donde nos hemos dirigido a Los Navalucillos, al pueblo, donde empezamos la excursión previa paradita en un bar donde reponer fuerzas.
Después nos dirigimos con el coche hasta una de las entradas del Parque nacional de Cabañeros donde hay un puesto de información y donde hemos tenido espacio para aparcar. Allí ha empezado nuestra caminata a través de los Montes de Toledo hasta “el Chorro”.
La ruta en sí fue poco exigente, así que yo se la recomiendo a todo el mundo que quiera hacer un poquito ejercicio y disfrutar de la naturaleza sin cansarse demasiado. Tardamos más o menos una hora en ir y una hora en volver. Estamos hablando de casi nueve kilómetros de ida y vuelta, lo confieso, fuimos a buen ritmo. Casi todo el trayecto de ida tiene una pendiente suave hacia arriba, con solamente un último tramo de veinte minutos de subida más pronunciada, pero que aún y así se subía sin tener que estar en forma atlética.
Buena parte del trayecto discurre al lado de un arroyo en el que algún cartel informativo prohíbe el baño, lo que con el frío no nos ha fastidiado mucho tampoco. Habrá que ver en verano... Paisaje muy bonito dominado por plantas de jara pringosa en las zonas soleadas y por robles en zonas más umbrías. Poco a poco el encinar gana terreno. Y junto al arroyo del chorro vegetación de ribera, con tejos, acebos y abedules aislados.
Por el camino también hemos podido observar muchas zonas con rocas trituradas por la alternanza de frío y calor en la zona y luego unos carteles informativos nos han enseñado que la roca dominante en la zona es la cuarzita. Y para roca grande y bonita, el pico del Rocigalbo, que nos acompaña al fondo gran parte del camino.
El destino final es “El Chorro”, un bonito salto de agua en un lugar recogido con la apariencia de un pequeño santuario. Luego he podido comprobar que realmente es un santuario donde tras la última glaciación se han refugiado plantas amantes del frío como helechos y otras plantas que crecen en las rocas y de nuevo el tejo, un árbol que está en retroceso. Nos encanta quedarnos un rato contemplando esta cascada de 18 metros.
Ya que estamos aquí, deciros que el Parque Nacional de Cabañeros es uno de los catorce espacios naturales más emblemáticos de la naturaleza española. Fue galardonado con la máxima figura de protección en 1995 para preservar una singular muestra del monte mediterráneo. De sus valores naturales destacan los bosques y matorrales mediterráneos, los bosques de ribera, las turberas y algunos enclaves relícticos de vegetación atlántica, con la flora y fauna asociada a cada uno de estos ecosistemas, entre las que se encuentran algunas especies amenazadas como el águila imperial, la cigüeña negra y el buitre negro. En el paisaje, dos grandes estructuras geográficas resaltan: las sierras y las rañas. Las primeras se formaron hace 300 millones años y culminan a 1.440 metros de altura en el pico Rocigalgo, del que os hablaba antes; el bosque mediterráneo alcanza en ellas su máxima diversidad. Las segundas son planicies anchas a pie de montaña resultantes de la erosión de las sierras; las rañas están representadas por llanuras, antiguamente cultivadas, salpicadas de árboles como las encinas, donde suele ser fácil la observación de fauna.
El camino de vuelta fue más fácil aún que el de ida, por ser de bajada. Comimos al lado del camino, bajo un sol cálido agradable antes de seguir nuestro deambular hasta nuestros coches y otra vez para Los Navalucillos, donde terminamos donde empezamos, en el bar del pueblo, comentado la jugada y las futuras excursiones.

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