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Doña Jimena II: Almonacid de Toledo


Esto del viaje a Narnia con tanto elemento fantástico y tanta princesa no ha sido una buena idea. ¡Qué celosa se ha puesto mi rusita cuando ha leído mis aventuras con la princesa y el comunero!
De verdad, que yo no me lié con la princesa. Pues en un ataque de rabia, se me ha ido mi Pumuka y me ha dicho que a ver si la busco igual que busqué a la princesa.
Así que aquí estoy, con unos amigos, hacia el castillo de Almonacid de Toledo, para ver si es allí donde se me ha escondido la madre de mis pumukitos.
Se trata del primer castillo que se ve cuando sales de Toledo y te diriges hacia Andalucía o Ciudad Real, una vez pasado Nambroca. Se ve su enorme figura desde la carretera. Una vez arriba, te da un poquito de pena lo abandonado que está.
No veáis qué susto me dio cuando, al llegar al castillo, vimos salir corriendo nada menos que a cuatro zorros. ¿Y si me la han secuestrado y se la han comido? Dentro del castillo vimos algunos agujeros, que parecían madrigueras, e incluso vimos a un enorme pájaro, con unas alas gigantescas. ¡A saber si no sería un águila que se llevó a mi rusita para hacer su nido!
Decir que en Almonacid no hay mucho que ver. A los pies del castillo están las curiosas ruinas de una iglesia-cementerio. Destaca por varios restos visigodos incrustados en sus muros. La explicación que le dio Jule, el pintor, unos días después, es que los restos pueden proceder del monasterio abandonado en Arisgotas.
Pero lo que llama la atención es ese castillo moro, que Alfonso VI regaló a los curas. Fue destruido en parte por los franceses cuando tuvieron que huir a la francesa en la Guerra de la Independencia. Hoy todavía deja ver algunos golpes en su muralla. Además, los propios del pueblo se lamentan que sus antepasados se llevaran las piedras del castillo para hacer sus casas. Todavía se ve parte del foso exterior, la muralla, y la torre del homenaje. En el interior de sus murallas se ven derruidos algunos aljibes.
No sé hasta qué punto es leyenda o realidad, pero he escuchado por varios lugares que regalan el castillo a quien lo rehabilite. No me creo mucho estos rumores, pero me ha llegado de tantas fuentes, que quizás lo investigue. Sería un hogar genial para una marioneta molona como yo.
Al final la cosa tuvo final feliz. Me encontré a Pumukita en la torre del homenaje, como la princesa que es. ¡Y menuda bronca me echó por desconfiar de sus amigos los animales! Que si es que soy un muñeco anticuado que se cree que tiene que proteger a su chica... Que si vaya machista... Uno no sabe cómo acertar con esto del amor.
Pero justo en la torre, nos encontramos un mensaje de auxilio de doña Jimena, como podéis ver en la foto. Al parecer, la ha secuestrado un cruel fantasma. Pumuka me desafió, y yo, con miedo de que me vuelva a llamar machista, he aceptado acompañarla en esta nueva aventura. ¡A la busca de doña Jimena 97 y del malvado fantasma!
"¡Pues vamos a buscarlo!", le dije.

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