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Viaje a la Alcarria V: Cifuentes

"El río Cifuentes nace debajo mismo de las casas. Nada más nacer, mueve un molino; el pueblo está levantado sobre un manantial"



Ahora sí, Cifuentes, el pueblo del agua y del castillo de don Juan Manuel; la capital de la Alcarria, según el amigo de Cela Arbeteta.
Había sido Paloma, nuestra chica de la zona, la que recomienda al grupo cambiar el orden de Cela, y visitar antes Trillo para verlo de noche, y pasar más tiempo en Cifuentes. Por supuesto que acertó. Los jóvenes y Pumuky se dejan perder durante horas por un pueblo que, como Brihuega, tiene pinta de importante ciudad medieval. Si bien es cierto que se ve en un ratito, también lo es que da gusto perderse y dejar que el tiempo y las sensaciones te invadan al pasear por sus piedras, y por sus aguas, no os olvidéis que Pumuky es de madera y flota.
Lo primero que visitan es el castillo, que, efectivamente, perteneció a don Juan Manuel, al que, después de nombrarlo tanto, le pillan cariño. Pumuky decide llamarlo Juanma.
Da un poco de pena ver tanta ruina, una fortaleza tan magnífica abandonada. También es cierto que eso te permite, si tienes cuidado, claro, meterte por su interior y subir por sus muros, ver el patio desde arriba y sentarte a contemplar la Alcarria desde arriba. Bueno, siempre y cuando te lo permita la temperatura, porque el grupo pasa algo de frío. Pero durante los últimos tiempos el estado de la fortaleza se ha deteriorado mucho, y en Cifuentes han creado una asociación ciudadana que se está moviendo mucho para intentar salvarlo.
El propio Juanma explica en su "Cronicón", que comenzó a construir este castillo en abril de 1324, sobre los restos de una fortaleza árabe. El patio está lleno de escombros que, según dicen, ocultan las puertas de acceso a las torres de las esquinas, y a los subterráneos. En la entrada del Castillo figura esculpido en piedra caliza, y ya muy erosionado, el escudo de Juanma, dos leones rampantes y dos brazos alados empuñando espadas.
A Cela le informa una mujer que el castillo era entonces, a finales de los cuarenta, de una marquesa. Después su amigo Arbeteta le cuenta que lo edificó Juanma y que la iglesia la mandó construir una tal doña Mayor, que fue amante de Alfonso X.
La tal doña Mayor, no sé si lo cuenta la historia o la leyenda, tuvo una hija con el rey antes de que lo coronaran, pero luego no quiso ser reina. Su hija, Beatriz, fundó la corona de Portugal, y junto a la nieta, Blanca, las tres fueron las que encargaron tanto la parroquia, como una muralla que hubo hasta mediados del siglo XX.
A Pumuky le pica la curiosidad, y cuando se cansa de hacer el cabra por la fortaleza, va a conocer el templo. Como el castillo, la iglesia del Salvador se ve imponente desde lejos. Dicen que es una construcción gótico incipiente (siglo XIII), y que sus columnas recuerdan a la no tan lejana catedral de Cuenca. El interior es impresionante, con un enorme ábside por el que entran unos hilitos de luz. El sitio es perfecto para que los artistas del grupo se dediquen a jugar con las luces en sus fotografías.
Allí es donde está el púlpito de jaspe o alabastro que recuperó tras la Guerra en Madrid el cura que conoce Cela.
Más románica, aunque también con algo de gótico es la parroquia de Santiago. En este caso, los foteros se olvidan de Pumuky un ratatito y se dedican a las columnas y los labrados exteriores de la iglesia, que van desde los apóstoles a varios diablos o la reina Beatriz.

En un bonito paseo por el pueblo, los viajeros pasan por la plaza mayor de Cifuentes, triangular y con soportales. Y se sorprenden mucho al llegar a la Ermita del Hospital del Remedio, con su puerta de arco gótico (sí, muy fotografiada también) y la arcada de lo que fue en su día un claustro del hospital.
Les falta encontrar la Sinagoga. Si Cela la visita, por qué no ellos. Pero no tienen suerte. Luego se enteran que es un edificio privado, al que no está permitido el paso.
El grupo se imagina que está en plena Edad Media. A Pumuky, que le van estas cosas, trata de investigar sobre aquella leyenda de la fuente del oro que le cuentan a Cela. Pero en aquel momento, no le cuentan nada. Sí se entera de la leyenda del Cristo de la Repolla, la del Milagro de los Tres Soles o el Crimen del Fraile. Pero nada de aquella historia de moros y princesas, hasta que José Luis Poza leyó esta entrada, y se la mandó por correo. Como es un texto largo, Pumuky decide reproducirlo en otra entrada y agradecérselo a su nuevo amigo. Lo podéis ver aquí.
En el paseo, ven lo que queda de la muralla, y terminan la visita en el nacimiento del río Cifuentes. Allí, desde el puente, Pumuky hace como Cela y tira pan a los patos. Los suyos son más despiertos y acuden a la primera.
Por cierto que si queréis comer en Cifuentes, no os olvidéis del exquisito cordero y, por supuesto, de la miel, que allí presumen de que es la mejor del mundo. ¡Comprobadlo vosotros mismos!


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