Viaje a la Alcarria I: Guadalajara

"El palacio del duque del Infantado está en el suelo. Es una pena. Debía ser un edificio hermoso. Es grande como un convento o como un cuartel. Por el centro de la calle pasa un tonto con una gorra de visera amarilla y la cara plagada de granos. Va apresuroso, jovial, optimista. Va muerto de risa, frotándose las manos con regocijo; es un  tonto feliz, un tonto lleno de alegría"


¿Y por qué no? La Alcarria.
En una noche de invierno, Pumuky Viajero inicia su recorrido siguiendo casi fielmente los pasos de Cela. Decir que, aunque esta es la última entrada en publicarse, habría de leerse la primera, pues es el inicio del viaje.
En realidad, el grupo pasa un buen día por Guadalajara, guiado por Paloma, pero a Pumuky Viajero le da la sensación de que en Guadalajara hay mucho más para ver en la provincia, que en la capital. Quizás a Cela le pasó algo parecido, pues sólo pisa la ciudad de paso, para bajarse del ferrocarril.
Cela pasa por el cuartel, toma un café, lee la prensa, que compra a un niño de cinco años, y se da una rápida vuelta por Guadalajara. Intenta compara lago típico, unos bollos borrachos quizás, le sugieren, y una testela de cuero en un sitio típico. Sale a pie de Guadalajara, acompañado por una recua de niños y enfadándose cada vez que le preguntan si va a Zaragoza. 
Pumuky y los suyos disfrutan de la ciudad, de sus monumentos y de sus bares. Por supuesto, no pueden evitar visitar el palacio del Infantado, que está mucho mejor que cuando lo vio Cela.
El palacio del duque del Infantado es el palacio de los Mendoza, una joya del gótico isabelino, en la que se casó Felipe II. A finales del siglo XV, Íñigo López de Mendoza mandó derribar las casas de sus familias, para levantar este edificio, proyecto del arquitecto Juan Guas. Ha sido un importante palacio durante siglos, hasta que en la Guerra Civil quedó casi destruido. Con la llegada de la democracia, cobró importancia como biblioteca, y después como museo provincial.
Es impresionante desde su fachada, de las mejores del gótico civil en España, con puntas de diamante en toda ella. Allí está la impresionante puerta de entrada, coronada por el escudo de los Mendoza, que da directamente al patio principal, de Los Leones. Allí Pumuky se harta a hacerse fotos. Son dos plantas de galerías de arcos con una pareja de leones, que es el emblema de los Mendoza, en medio.
También se dejan perder un rato los chicos en la exposición de nacimientos que allí encuentran.
Y sin moverse mucho, detrás del Infantado, disfrutan de unos minutos de sol en unos bonitos jardines.
Decir que si originalmente la biblioteca de Guadalajara estaba en el Infantado, hace unos años se trasladó a otro palacio de la Cotilla. En la ciudad están encantados con su biblioteca, presumen mucho de ella, que es algo muy bello sobre lo que presumir, y no es para menos.
Pero lo que más le sorprende a Pumuky es su salón Chino. Cuando visitas Guadalajara lo último que te esperas encontrar es con un salón Chino. Tras cruzar un pequeño patio suben unas robustas escaleras de madera, muy bonitas por cierto. El salón, que se puede visitar abiertamente, está en la primera planta. Se trata de un salón en el que empapelaron las paredes en el siglo XIX con papel de arroz pintado a mano por pintores chinos. Allí representaron un día cotidiano en la vida de un pueblo chino. Se puede apreciar todo tipo de personajes desempeñando alguna función concreta, interaccionando con el resto.
Pasa el grupo por un mercadillo de antigüedades, donde quieren comprar al Pumuky, y llega al centro cívico, conocido como el Cívico o el Negro.
Será casualidad, pero con la gente que Pumuky habla de Guadalajara no está muy contenta con algunas decisiones urbanísticas que se han tomado en la ciudad. No están contentos, por ejemplo, con el Cívico. Será un edificio muy útil, donde además de medios de comunicación, tienen sede varias asociaciones. El caso es que está prácticamente encima de los restos de lo que queda de la parroquia medieval de San Gil, un ábside mudéjar del siglo XIII. En la iglesia, decir que es donde se reunían el Concejo medieval.
Entre eso, y que se trata de una zona de marcha, y que el entorno amanece muchos días lleno de botellas y basura, no levanta muchas simpatías en parte de la ciudad.
Más orgullosos están en Guadalajara de su capilla de Luis de Lucena. Es del siglo XVI, y su interior manierista imita al último Miguel Ángel.
Y en cuanto al arte religioso se refiere, el grupo también se entretuvo un rato con la concatedral de Santa María. Concatedral, les apuntan una y otra vez en Guadalajara. Porque la catedral de la provincia no está en la capital, sino en Sigüenza, otro bonito lugar que ver. Y parece que por mucho que insistan allí, hay quien no se da por aludido. Porque hace poco, La Vanguardia hizo una lista de las mejores catedrales de España, y sacó una foto de la de Guadalajara; la Guadalajara de México.
Pumuky se hace una foto justo en el lugar, ante la concatedral, en el que hoy en día se eleva una estatua de un capuchino, en honor a la Semana Santa.
Pero ojo, que no sólo de iglesias viven el hombre y las marionetas molonas. El grupo entretiene unos momentos por la zona en el bar Claudio.
Tiene que seguir ya su siguiente etapa en este largo viaje, pero Pumuky y compañía se comprometen a volver a Guadalajara a ver más cosas. Les hablan muy bien por los bares de El Fuerte. Era donde antes hacían la mili, y donde se graban serien antiguas, porque parece fuera del tiempo. Dentro, destaca su capilla, que es como el monasterio del Escorial, pero en pequeño. También les hablan del panteón de la duquesa de Sevillano, que al parecer es del mismo arquitecto del palacio de Cristal del Retiro. Es un monumento fúnebre de una benefactora de Guadalajara.
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