Viaje a la Alcarria XI: Zorita de los Canes

"Zorita de los Canes está situada en una curva del Tajo, al lado de los inútiles pilares de un puente que  nunca se construyó, rodeada de campos de cáñamo y echada a la sombra de las ruinas del castillo de la Orden de Calatrava. Del castillo quedan en pie algún muro, dos o tres arcos y un par de bóvedas. Está estratégicamente situado en un cerrillo rocoso, difícil de subir"


La verdad es que Zorita de los Canes  lo tiene todo para una bonita tarde de turismo. No tenéis más que ver las fotos para comprobarlo. Mezcla historia y naturaleza, la tranquilidad bucólica y pastoril que se encontró Cela con un Tajo precioso. Es el pueblo de Recópolis, la ciudad visigoda, de la que ya hablaremos en la próxima entrada, pero también de una preciosa hoz del Tajo, a cuyas riberas da gusto descansar, y del castillo de lo Calatravos, en plena recuperación.
El grupo de jóvenes llega por la tarde a Zorita, y lo primero que hace es dejarse seducir por su paraje natural junto al Tajo. Es un pasaje otoñal digno de disfrutar.
En realidad, es una visita rápida, como la de Cela, pero los chicos casi tienen más que contar que el ilustre Nobel. Llega este a Zorita en coche, ¡vaya lujo! Lo lleva su amigo don Paco, el teniente de alcalde de Pastrana. Allí se encuentra en primer lugar con unos pastores. Parece que visita el castillo y Recópolis, aunque no lo dice muy claro. Cena, no le quieren cobrar el vino, y se le hace tarde hablando con la gente. Ya retorna anochecido hasta Pastrana, durmiento sobre el hombro de don Paco. ¡Vaya confianzas se toma con los amigos recién conocidos!
Pumuky Viajero y sus amigos entran en Zorita por una puerta de entrada a la antigua muralla, del siglo XIII. Parece ser que esta puerta es la que le da el nombre, porque allí había unos perros protegiendo la villa Zorita de los Canes se encuentra en una curva del Tajo. Tiene su origen en la ciudad visigoda fundada por Leovigildo en el cerro de la Oliva, ya sabéis, Recópolis. Aunque el municipio actual tiene origen árabe y se abasteció para su construcción de materiales de las antiguas ruinas. Entre la estructura, el Tajo, el origen visigodo... me recuerda a Toledo. De hecho, las reconquistaron a las dos el mismo año, 1085.
Finalmente, el grupo acude al castillo, de los siglos XII y XIII. Por aquel entonces, lo estaban restaurando, pero algunos se saltan la alambrada y se meten a conocerlo por dentro. Pumuky no lo hace, que le da cosa todo eso.
Decir que el castillo es una fortaleza árabe, que después regentó la orden de los Calatravos. Conserva la torre albarrana, una puerta de hierro de doble arco, una capilla románica restaurada y la sala del Moro, una importante obra aquitectónica de los Calatravos, una estancia circular cubierta por una bóveda hemisférica con una magnífica sillería. Se llama así no porque fuera de los moros sino por una escultura tallada en su interior.
La fortaleza es un complicado sistema de murallas, puertas, torreones y ventanales mezclados a lo largo de los siglos. La planta es alargada, de norte a sur, y está rodeado por una muralla. El acceso a este castillo se hacía, igual que hoy, por dos caminos, penetrando al mismo por dos puertas. Tenía un puente levadizo de madera, que ya no existe. Cabe destacar su iglesia románica de una sola nave y de planta rectangular sin crucero.
Desde el castillo se divisa una magnífica panorámica de las aguas del Tajo, los tejados del caserío y las tierras de Zorita de los Canes. Todavía conserva Pumuky aquella foto de Eva, en realidad, tres fotos empalmadas, del precioso meandro del Tajo, con las aguas verdes al atardecer.

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