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Viaje a la Alcarria X: Pastrana

"Pastrana, que fue en su día ciudad de gran tradición eclesiástica, está hoy casi despoblada de clérigos. Su cabildo, según dicen, sólo tuvo igual con el de Toledo, y su convento de carmelitas descalzos fue fundado por Santa Teresa y tuvo de huésped a San Juan de la Cruz"


¡Vaya pueblo bonito, literario e histórico que nos encontramos con Pastrana! Bonito, si, precioso, ahora veréis. Es el pueblo de la pricesa de Éboli, también duquesa de Pastrana, Ana Mendoza de la Cerda, que se dice que era amante de Felipe II. Pero su historia viene de mucho antes, tanto, como de los íberos. Y en cuanto a literatura, además de Cela, pasaron por allí Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Manuel de León Merchante, Leando Fernández de Moratín (presumen en el pueblo que allí escribió El sí de las niñas) y, por supuesto, Pumuky Viajero, como no podía ser menos. No os olvidéis tampoco que de allí es el pintor Juan Bautista Maíno.
Los chicos aparcan muy cerquita de la plaza de la Hora y allí comienzan la visita. Se trata del típico patio de armas, delante del palacio Ducal, donde se hacen paradas militares, corridas de toros, recibimientos principescos, recibimientos a marionetas molonas, etc. El palacio Ducal es un palacio renacentista, proyectado por Alonso de Covarrubias. Allí es donde en 1569 recibieron a Santa Teresa cuando visitó Pastrana a fundar dos conventos. También es donde Felipie segundo mandó encerrar a la princesa de Éboli entre 1581 y 1592, nada menos.
Cela también visita la plaza de la Hora. En realidad, llegó al pueblo de noche, sin ganas de verlo. Y como va desganado, no hace otra cosa que irse de vermús y aceitunas y más tarde de cena con el alcalde, don Mónico, y con el teniente de alcalde, don Paco. Se nota que es el final del viaje y, lo que es lo mismo, del libro; a Cela, como a esas personas mayores al final del camino, le da ya un poco igual todo y comienza a opinar sin reservas de cuanto ve, critica abiertamente el estado de abandono del palacio Ducal e incluso hace una abierta apología para que retornen a Pastrana el museo de tapices. También ensalza la figura de don Mónico como alcalde y casi padre del pueblo. Por primera vez en el libro, nos encontramos con una cuidada descripción de los monumentos, vamos, como si en la cena, Mónico y Paco lo hubieran convencido para vender las excelencias del lugar. Quizás fuera así. El caso es que en Pastrana, también por primera vez, hace turismo propiamente dicho, ve todo el pueblo acompañado de sus amigos.
Los jóvenes se encentran casi otro Pastrana, un Pastrana rico, con sus monumentos recuperados y unos bonitos hoteles que en su día fueron nobles casas. El deseo de don Camilo se había cumplido, y no sólo el palacio Ducal (que pertenece a la Universidad de Alcalá) está ya restaurado, sino que los tapices han vuelto a un bonito museo. También hay otro museo dedicado a Santa Teresa (en el claustro del convento del Carmen que ella fundó). El grupo pasa del palacio. Confesar que, tras coger un plano en la oficina de turismo de la Hora, se meten en seguida por la calle Mayor a tomar el vermú (tiene que ser muy típico, sí) en un precioso bar, muy castizo, quizás con demasiado cartel de toros, pero que estaba a reventar y donde se lo pasan genial.
Con energías renovadas, dan un paseo por las calles señoriales de este bonito lugar. Tras pasar por el arco de San Francisco, recorren el estrecho barrio morisco, su Albaicín. Incluso, llegan a ver los deteriorados restos de una sinagoga, y se dejan seducir por la fuente de los Cuatro Caños, del siglo XVI, que es un emblema de la ciudad. Les sorprende la cantidad de gatos con los que se encuentran.
Caminando, llegan a la Colegiata, original como iglesia parroquial del siglo XIV. Después recibió añadidos y detalles, como la portada ,norte que fue construida en estilo gótico de finales del siglo  XV y finalmente la gran ampliación de las naves y el crucero en la primera mitad del siglo XVII, promovida por el Arzobispo Fray Pedro González de Mendoza, hijo de los primeros duques de Pastrana. Su interior alberga el magnífico Museo Parroquial. Allí destaca la tan deseada la colección de tapices góticos de Alfonso V de Portugal.
Para la próxima visita, que seguro que la habrá, dejan los jóvenes, por lo tanto, el palacio Ducal y convento del Carmen, que fundó Santa Teresa y en el que tanto se entretine Cela. Pumuky personalmente se compromete a intentarlo con la casa de Moratín.


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